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martes, 26 de julio de 2011

V for Vendetta

Voilà! In view, a humble vaudevillian veteran cast vicariously as both victim and villain by the vicissitudes of Fate. This visage, no mere veneer of vanity, is a vestige of the vox populi, now vacant, vanished. However, this valorous visitation of a bygone vexation stands vivified and has vowed to vanquish these venal and virulent vermin vanguarding vice and vouchsafing the violently vicious and voracious violation of volition! The only verdict is vengeance; a vendetta held as a votive, not in vain, for the value and veracity of such shall one day vindicate the vigilant and the virtuous. Verily, this vichyssoise of verbiage veers most verbose, so let me simply add that it's my very good honor to meet you and you may call me "V".

En épocas recientes cobra renovada importancia la defensa de la libertad de expresión, porque donde ella no existe, todo vestigio de humanidad es un mero recuerdo.

People should not be afraid of their governments. Governments should be afraid of their people.

martes, 31 de mayo de 2011

sábado, 9 de abril de 2011

Twitter curve

Debo confesar que en épocas recientes he comprendido la curva Twitter: http://yfrog.com/h8bfwep.
¡Quién diría que los microblogs son tan divertidos!

sábado, 12 de marzo de 2011

Receta para una arepa mediática con salsa bolivariana, aderezo revolucionario y relleno socialista


Ingredientes:
*Monopolio mediático gubernamental
*Concentración gubernamental de poderes estatales
*Incautación y cierre de medios
*Principios de la propaganda
*Cero tolerancia frente a las opiniones contrarias
*Masiva exposición mediática gubernamental
*Propensión a la censura previa
*Sociedad conformista y apática

Mezcle los ingredientes, deje macerar por al menos tres años, y cocínelo en horno de leña a 350ºC por un año (no en el microwave, porque ese es un invento yankee, imperialista y capitalista; ergo, diabólico, pues chamo.. ¡¡Cónchale, vale!!)

Sirva con ensalada de ideología anacrónica y aderezo revolucionario.

P.D.: Sobre esta experiencia gastronómica y de paso, una crítica objetiva al sistema socialista, hallarán más información aquí.

viernes, 11 de marzo de 2011

Mañana


Tsunami-sama
Por si no hay mañana, quiero decirte que te quiero.
Por si no hay mañana, quiero decir que aún te espero.

Si no hay mañana diría hoy que mi amor por ti es sincero,
aunque tú de mí, lejos, sigas bajo cero.

Si no hay mañana diría hoy que es tan incierto
el camino entre las dunas del desierto.

Si no hay mañana, diría hoy y lo reitero,
que deploro que la vida sea un bien perecedero.

Mañana -diría hoy- será todo solo un vago recuerdo.

sábado, 5 de marzo de 2011

Gadafi, GAFI y Ecuador

 logo fatf-gafi

El primero: la encarnación del mal para la humanidad que aún lo es, frente a quien otros dictadores como Ávez (recordemos que él mismo, negó en broma la primera letra de su apellido [Ch] malinterpretando la sugerencia de los miembros de la Real Academia de la Lengua Española; para quienes la Ch como letra no existe sino que es solo un fonema) palidecen por su debilidad y su sueño no consolidado de dominar al mundo, empezando en la Sudamérica petrolera, con la patria de Bolívar.

Gadafi es un tirano que como el rex de los saurios, debería estar extinto.

El segundo: la encarnación del mal para algunos miembros del gobierno, sobre todo cuando el Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el blanqueo de capitales (GAFI, un organismo intergubernamental cuyo propósito es el desarrollo y la promoción de políticas, en los niveles nacional e internacional, para combatir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo ) colocó al país en su lista negra, porque a criterio de aquel organismo, Ecuador representaba un riesgo para el sistema financiero internacional, por no haberse comprometido con su plan de acción y no cumplir con los estándares internacionales para combatir el lavado de dinero y contrarrestar el financiamiento del terrorismo.

La buena noticia es que no estamos más en la lista negra del GAFI.

Ahora estamos en la gris; ya no por la falta de un compromiso político de alto nivel  –ya existente- con el GAFI para trabajar en las deficiencias estratégicas, sino porque a criterio de ese organismo, éstas aún persisten, lo nos ubica junto a países como Antigua & Barbuda, Bangladesh, Ghana, Grecia, Honduras, Indonesia, Marruecos, Pakistán, Paraguay, Filipinas, São Tomé & Príncipe, Sudán, Tanzania, Tailandia, Turkmenistán, Ucrania, Venezuela, Vietnam y Yemen.

Lista gris. Motivo de reflexión.

martes, 22 de febrero de 2011

Borat!


Borat recorriendo USA con el oso
En enero del año pasado, en la Havana Vieja, en el Palacio de Artesanías (full artesanías, cero palacio), conversé con un tipo alto y pálido, quien yo supuse que debía ser chino. Resultó que era de Kazajstán, algún país de algún lugar recóndito de la ex URSS. La verdad le pregunté: "Where are you from?", sólo después de que él le preguntara algo a una amiga que me acompañaba ese día. Ella como no sabía inglés puso una cara de susto única y pensé que no estaría mal ser amable y a la vez practicar "my broken English".

Me sorprendió saber que él y el grupo de "chinos" con el que andaba eran en realidad de Rusia -como quien dice-. Me devolvió la pregunta y también me sorprendió gratamente que algo sabía de Ecuador, por el fútbol y el chocolate, si mal no recuerdo... Claro, apenas sabía que estaba en algún lugar de Sudamérica.

Cuando me preguntó sobre qué sabía de su país, le contesté: "Well... Isaw the Borat's movie once". Y me explicó que el tipo era un pobre idiota y que la película mostraba un estereotipo erróneo (de campesinos ignorantes y supersticiosos). Estaba enojado el kazajo, más allá de la idiotez de Borat, el protagonista de la cinta homónima, me dijo que no eran tan pobres y que muchos tenían harto dinero y conducían VDUs lujosos como el Mercedes Benz clase M y así...

Fue bastante chistoso, la verdad, ver al "ruso" enojado porque las únicas referencias que sobre su país tenía un perfecto desconocido, se limitaban a una película chistosa, irreverente en extremo y grotesca en algunas escenas muy desagradables. El protagonista es casi un Forrest Gump "ruso", un poco más tonto y mucho más vulgar, sin proponérselo, que viaja a América cual burócrata en comisión de servicios para aprender el "american way of life" e importar ese "know how" para su amada Kazajstán... Los kazajos no lucen bien con el reflejo de Borat.. y por cierto, nunca le digan ruso a un kazajo. No sólo no le gustó, además se enojó tanto que pude darme cuenta que estaba con tragos encima. Supongo que eso obedece a algunas razones étnico-socio-histórico-culturales desconocidas por mí hasta ahora.

sábado, 19 de febrero de 2011

Berlusconi


Ruby (recientemente fuera de la veda)
La humanidad e Italia tienen problemas más importantes que los affaires del cavalieri.

Y ese problema en particular tiene su encanto. xD

Alguien parafraseó al Gran Maestro al decir: "Dejad que las niñas vengan a mí" y se vale añadir "pero primero que le muestren la cédula a mi asistente".

^^

domingo, 16 de enero de 2011

El sueño de Viviana (Desenlace)

Habían pasado diez minutos y Viviana aún no llegaba al hospital. Conducía velozmente, consciente de que cada minuto era vital. De repente, sintió el inexorable efecto paralizante del veneno sobre su sistema nervioso. Pero, decidida a no morir asfixiada o víctima de un infarto, hizo un esfuerzo sobrehumano y condujo aún más deprisa. La lengua adormecida le impediría pedir auxilio, así que ahora su vida dependía de la perspicacia incipiente y el discernimiento casi nulo de las enfermeras del hospital público.

Era aquel un día lluvioso,… lluvioso y funesto. No tan funesto por el frío implacable ni por la infausta picadura de la viuda negra (“Nivel 4 en la escala del dolor… ¿no dijeron eso en el Discovery Channel?”). Más bien porque un brillo en el retrovisor la volvió a hacer palidecer. Un hilo sedoso y brillante, el arnés de una pequeña araña doméstica que, antes de que pudiera evitarlo, descendió sobre su hombro.

Eso fue todo. Viviana perdió la cabeza y el control de su auto.. El coche patinó, dio un giro completo y se estrelló contra la baranda de un puente. Su cuerpo atravesó el parabrisas en medio de una lluvia de cristales y el río no tardó en recibir su ser inerte.

***

Despertó con taquicardia. No sabía si se había quedado dormida tres segundos o treinta y tres. Sin duda, una espeluznante sensación de eternidad. Un instintivo golpe en el volante corrigió la dirección antes de que se estrellara con la ambulancia. ¿Qué significaba aquella pesadilla distinta? ¿Salvación? ¿Condenación?

Llovía a cántaros. Viviana vio el logotipo borroso del hospital y un par de cruces rojas desdibujadas, como diluidas por el torrencial aguacero o su propia visión, a ratos borrosa. Con esfuerzo logró abrir la puerta del auto rojo  fue recibida enseguida por el pavimento.

Afuera, los paramédicos llevaban una camilla con un hombre herido en un accidente de tránsito ocasionado por el exceso de velocidad y el mal tiempo, mientras Viviana alzaba en ademán suplicante su mano izquierda, lánguida, no tanto por el frío como por los nefatos efectos del veneno, 15 veces más tóxico que el de una serpiente cascabel.

Mientras tanto, frente al hospital en una sala de cine, Lily, la chica no-aracnofóbica, disfrutaba de imágenes grandilocuentes de un tipo que luego de ser picado por una araña en circunstancias inusuales, se convertiría en un superhéroe mítico.

Ahora sonreía en su butaca y soñaba despierta en ser la novia de Peter, mientras envolvía su cabello rojizo alrededor de su índice izquierdo y se mordía el labio inferior, que había empezado a temblar sin ninguna razón.

 

© 2004 - A.H. (12 de julio)

miércoles, 12 de enero de 2011

El sueño de Viviana (II)

Una década. Viviana ahora vivía en la ciudad, tenía un auto compacto rojo y se había casado con un hombre, cuyo trabajo le permitía tener una casa con un diminuto jardín y pisos de madera pulida, dos perros y dos niños. Pero aún vivía en una región tropical, cálida y lluviosa, atestada de arañas.
Casi cada noche de los pasados diez años había sido lo mismo.

Mirando al mundo de cabeza, Viviana creía alucinar. Sus ojos desorbitados veían una enorme roca acercarse hacia ella, pero su mente no lo podía creer. Quizá la acumulación de sangre en su cerebro, debida a esa incómoda postura, la hacía delirar. Después de todo, había visto una araña gigantesca tomar una piedra negra y arrojársela con fuerza, luego de gritar: "¡Niña con trenzas!".
Cómo dar crédito a lo que vemos si positivamente lo sabemos imposible. Cómo esquivar un veloz proyectil de obsidiana si no hay manera de moverse, cuando se está envuelto como momia en filamentos tan sedosos como pegajosos.

Ya no gritaba, pero aún despertaba sudando.
Su marido era, a su vez, un emigrante urbano que se había ido a una metrópoli cosmopolita a realizar su sueño de una vida mejor.
Cada noche Viviana despertaba en soledad, con la creciente fobia incubada en su mente que con el transcurso del tiempo se revelaba recién como un grave impedimento psicológico. Miraba la foto en blanco y negro del marido sonriente y pensaba en cuándo volvería. Pensaba también en cuándo podría podar las plantas de su jardín, o mejor, dejar de pasar corriendo por él, por temor a encontrarse de frente con uno de esos temidos artrópodos.
Recordaba cómo algún transeúnte indiscreto había susurrado a un compañero de acera: "Buena, ¿no? Lástima que esté loca", sin entender que de las fobias infantiles, las más terribles y devastadoras son precisamente aquellas relacionadas con los insectos, esos pequeños y repulsivos animales cuya hegemonía en el planeta es indiscutible.
Habían sido diez largos años y estaba agotada. Pasaba por estados depresivos y tenía síntomas de fatiga crónica. Pero ella no lo sabía.
Un día, uno de sus hijos, el más pequeño, había atrapado algo en una cajita de cartón. Lleno de dicha fue a enseñárselo a su madre, alegando que era el animal más bonito que había visto. Sólo quería saber su nombre.
La madre tuvo un mal presentimiento. Cogió con cuidado la caja y se dispuso a quitarle la tapa y salir de dudas. Palideció, y su rostro crispado denotaba terror. Su labio inferior temblaba y sus ojos muy abiertos no pestañeaban; sus manos no soltaban la caja, que empezaba a trepidar.
Allí, en el fondo de la vieja caja de cereal, había una araña negra y diminuta que fingía estar muerta, con las extremidades dobladas sobre su abdomen. Viviana no podía apartar su mirada de ella, ni sus manos temblorosas de la caja. Reconoció en el abdomen del insecto la figura de un reloj de arena de un rojo brillante. Gritó destemplada. Arrojó la caja. El artrópodo cayó en su pelo y la mujer enloqueció. La histeria furiosa precipitó lo de otro modo evitable.
La araña corría hacia la rendija más próxima, pero su víctima no hacía más que mirar, a través de sus lágrimas, su meñique izquierdo adolorido.     

sábado, 8 de enero de 2011

El sueño de Viviana (I)

Mirando al mundo de cabeza, Viviana creía alucinar. Sus ojos desorbitados veían una enorme roca acercarse hacia ella, pero su mente no lo podía creer. Quizá la acumulación de sangre en su cerebro, debida a esa incómoda postura, la hacía delirar. Cómo dar crédito a lo que vemos si positivamente lo sabemos imposible. Cómo esquivar un veloz proyectil de obsidiana si no hay manera de moverse.
Si tan sólo hubiera sabido escuchar...

***
Hace diez años, cuando tenía nueve, Viviana solía ir a caminar descalza por las calles de tierra del pueblo, un asentamiento pequeño en una vasta planicie árida. Los arbustos, los cactus y las zarzas dominaban las colinas más allá de donde la vista perdía la noción del color y sólo existía el azul del horizonte.
Las casas humildes agrupadas paralelamente a ambos lados de la carretera principal, un camino secundario en mal estado, eran vetustas construcciones mixtas, o sólo de caña o bloques sin enlucir.
Viviana era una niña inquieta e inteligente, siempre llevaba medias blancas y el cabello arreglado con un par de trenzas, con las cuales le gustaba azotar a Jaime, su hermano menor, cuando ambos viajaban en la camioneta de su tío Rodrigo todos los sábados al ir de compras a la ciudad vecina. Cuando se sentaba delante de Jaime y su tío aceleraba, las trenzas de Viviana parecían látigos con voluntad propia, que además podían ser dirigidos con un rápido giro para mirar al hermano menso de reojo, mientras sonreía con malicia.
Ella iba a la escuela del pueblo cada día muy temprano, ansiosa por aprender más de las ciencias naturales: lo único que le gustaba de todas las clases, largas y tediosas, dictadas por gente con poca paciencia y aún menos creatividad.
La niña amaba a los animales, hasta tenía tres gatos que dormían en su propia cama, a espaldas de sus padres. Con frecuencia estornudaba sin parar en las mañanas, pero nunca relacionó aquello con el pelo de los gatos, que cuidadosamente cepillaba de su cama apenas despertaba.
A Viviana y a Lily, su prima, les gustaba mucho jugar a las escondidas entre las casuchas a medio terminar o las construcciones abandonadas de algún emigrante rural ansioso por liberarse de las cadenas polvorientas de aquel pueblo olvidado por Dios, pero ignorante de lo maligno de las cadenas polutas de la gran urbe, a la que el mismo Dios miraba con indiferencia. Ahora era sólo la sencilla pobreza del pueblo, pero entonces sería la compleja miseria de la ciudad.

De ordinario el día comenzaba con la declaración de los gallos confirmando su ineludible advenimiento. Los hombres salían a enyugar los bueyes y arar los campos, las mujeres sembraban la tierra y limpiaban sus polvorientas casas, los niños iban a clases, y los buitres surcaban los cielos en la búsqueda eterna de un cadáver fresco de animal -aunque hay quienes sostienen haber visto uno picotear a un ebrio-; caso contrario, la basura amontanada en los arrabales y quebradas bastaría.
Por las tardes los niños jugaban con extraños artefactos improvisado a falta de juguetes propiamente tales. Las niñas corrían de aquí para allá jugando a la tocada, las escondidas, las rondas y otros juegos, algunos de los cuales compartían con los niños.
Uno de sus intereses comunes era arrojar piedras a las telarañas de los arbustos y hierbajos que crecían alegremente a la vera del camino, frente a sus casas. Previo el grito eufórico de "¡Telaraña!" comenzaba el sencillo ritual infantil que consistía en derribar el delicado manto, a veces sin tan siquiera reparar en su tenebroso y obscuro habitante, enemigo mortal de moscas y avispas por igual.
La pequeña mano de Viviana era capaz de arrojar piedras a una media de 9 kilómetros por hora. A tal velocidad no había telaraña que detuviera el proyectil y la araña dueña del sedoso inmueble experimentaba un viaje que en segundos la transportaba al suelo, a años-luz de distancia de su nebulosa de origen. Muchas de ellas perecían aplastadas por el peso o el impacto de la roca, dependiendo de la resistencia y flexibilidad de la tela. Su interior semilíquido era exprimido de súbito, y una pequeña mancha viscosa en el suelo resultaba cadáver y epitafio al tiempo...
Su madre solía decirle que no jugara de ese modo, que no arrojara piedras a las telarañas. "A ti no te gustaria que alguien te hiciera eso", decía, pero aquella no era explicación suficiente; más bien no lo era.
Años del juego cruel pero inocente al mismo tiempo, dejaron sus huellas en la memoria de la niña. No podía ser de otro modo. Un caluroso día de verano despertó sintiendo un cosquilleo en la punta de su nariz. Abrió los ojos, y vio una araña gigante -al menos así debió parecerle desde ese ángulo, y a esa edad- de color pardo amarillo, inofensiva pero dotada de unas enormes y peludas patas, que impresionaban con cada movimiento. Se quedó congelada, mirando con los ojos cruzados sobre su nariz, incapaz de moverse o gritar. Entonces lo supo. El alma colectiva de miles de arañas era una sombra siniestra que no se apartaría de su cabecera. Y allí fue cuando comenzaron las pesadillas...
          

domingo, 2 de enero de 2011

Ley Resorte


Este año plantea para América Latina amenazas impensables en otras épocas para la libertad de expresión y la democracia. La Ley Resorte en Venezuela es una de ellas, sin mencionar las iniciativas bolivianas y ecuatorianas de reformas orientadas a la regulación de los medios de comunicación, aunque evidentemente
-no nos digamos mentiras- lo que se busca es el control absoluto.

Es impresionante cómo el gobierno venezolano no ha sólo ha radicalizado sus posiciones pro comunismo, gracias a la Ley Habilitante que le ha dado a Chávez poderes omnímodos para imponer alegremente la pesadilla socialista que tanto anhela, sino también la cubanización de la visión del mandatario frente a Internet, cuando pretende imputar responsabilidad a los proveedores locales sobre lo que cualquier ciudadano en ejercicio de su libertad de expresión comente o plantee en cualquier sitio web.

La forma más perversa de aniquilación de aquella libertad es por vía de la autocensura, y no debe tolerarse bajo ningún concepto, menos aún cuando subjetivamente se han establecido los criterios que permitan juzgar qué declaración o comentario es peligroso, o puede generar conmoción social o es ofensivo, racista (sobre todo en Bolivia) u ofende y desconoce a las autoridades del gobierno constitucional.

Es de esperar -y estar atentos- a que nada similar se pueda alguna vez intentar en el país, y que más bien se devuelva a los ciudadanos la libertad de expresión y de elección de medios que siempre tuvieron, y que desde el Ejecutivo se detenga la campaña de descalificación y persecución contra quien piensa diferente.

Prohibido olvidar: el poder corrompe. El poder absoluto, corrompe absolutamente.