El primero: la encarnación del mal para la humanidad que aún lo es, frente a quien otros dictadores como Ávez (recordemos que él mismo, negó en broma la primera letra de su apellido [Ch] malinterpretando la sugerencia de los miembros de la Real Academia de la Lengua Española; para quienes la Ch como letra no existe sino que es solo un fonema) palidecen por su debilidad y su sueño no consolidado de dominar al mundo, empezando en la Sudamérica petrolera, con la patria de Bolívar.
Gadafi es un tirano que como el rex de los saurios, debería estar extinto.
El segundo: la encarnación del mal para algunos miembros del gobierno, sobre todo cuando el Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el blanqueo de capitales (GAFI, un organismo intergubernamental cuyo propósito es el desarrollo y la promoción de políticas, en los niveles nacional e internacional, para combatir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo ) colocó al país en su lista negra, porque a criterio de aquel organismo, Ecuador representaba un riesgo para el sistema financiero internacional, por no haberse comprometido con su plan de acción y no cumplir con los estándares internacionales para combatir el lavado de dinero y contrarrestar el financiamiento del terrorismo.
La buena noticia es que no estamos más en la lista negra del GAFI.
Ahora estamos en la gris; ya no por la falta de un compromiso político de alto nivel –ya existente- con el GAFI para trabajar en las deficiencias estratégicas, sino porque a criterio de ese organismo, éstas aún persisten, lo nos ubica junto a países como Antigua & Barbuda, Bangladesh, Ghana, Grecia, Honduras, Indonesia, Marruecos, Pakistán, Paraguay, Filipinas, São Tomé & Príncipe, Sudán, Tanzania, Tailandia, Turkmenistán, Ucrania, Venezuela, Vietnam y Yemen.
Lista gris. Motivo de reflexión.